viernes, 18 de septiembre de 2009

El juguetito

(No recomendado a menores de 18 años)

El otro día me compré un vibrador con Caroli. Estoy encantada con él: es muy bonito, práctico y ergonómico. Tiene un montón de velocidades y diferentes ritmos. En sólo un par de semanas, he creado un estado de dependencia tal que ya no puedo vivir sin él. De hecho me da un poco de miedo porque yo, que ya no soy muy de ligar, con este trasto puede que llegue a dejar de interesarme la raza masculina.
Antes tenía otro que compré con Rak, el día de mi vida en que gasté más dinero en una simple tarde, cuando yo no tenía hipoteca y mi cuenta estaba a rebosar. Supongo que en aquella época, hace unos seis años, los vibradores no eran tan modernos y el que compré era feo, con aspecto y color de polla y con una sola velocidad.
Cuando me disponía a tirar el viejo, va y Iv me lo pide, que lo quería colocar en su museo de juguetes sexuales junto a "palito con tetas" (existe, yo lo vi, y es eso: un palo con dos tetas). Yo se lo di entre sorprendida y halagada. Se ve que ya lo ha usado. A pesar de la distancia, eso es una unión muy fuerte. Y luego insiste en que no quiere follar conmigo...

jueves, 3 de septiembre de 2009

El folla-vecino

Después del éxito de mi anterior post y de vuestras peticiones voy a hablar del tema ganador: Ez, el chico del sexo oral. Es una relación turbulenta la nuestra, basada en el sexo (sobre todo el oral) y amenizada por sus borracheras antológicas, sus posados desnudo en el balcón y sus actuaciones en vivo de canciones populares argentinas.
Todo comenzó el día que Iniesta marcó el gol ese in extremis del que tanto se habló.. Estaba yo celebrándolo con amigos en mi bar preferido y acabé en brazos de Ez, que resultó ser mi vecino. Ese mismo día yo había hecho un concurso con mi jefe para ver quien podía comer más sushi. Quedamos empatados y salimos del restaurante rodando. La cuestión es que esa noche, con un kilo de arroz en el estómago, yo me sentía pesada y tenía malestar. Por eso, después de follar, decidí marcharme de su alcoba, dejando una nota semi-digna. Lo malo es que su edificio lo cierran por la noche y tuve que estar una hora de reloj esperando a que bajara algún vecino madrugador. Pasé el rato jugando con el móvil y tirándome pedos.
Esto fue hace ya unos meses y desde entonces nos hemos ido viendo con regularidad, casi siempre a altas horas de la madrugada. El tío está bueno pero es un canalla, muy poco galán, vago, borracho, dormilón y drogadicto, vamos un perla. La cosa ha ido de más a menos y ahora nuestra relación está dando los últimos coletazos. Sobre todo a partir de esta mañana -y ahora voy a explicar algo que me había prometido no contar- cuando debido a una mezcla de mal despertar, resaca y gilipollez máxima ha meado por la ventana que da al patio interior, allí donde vive la Mari. De momento, hoy me he comprado un vibrador nuevo, que no me dará tantos problemas y hará su misma función.