viernes, 23 de noviembre de 2007

Meetic

La semana pasada hice algo que nunca pensé que haría: me apunté a una página de contactos de internet. Hacía unos días que recibía estímulos para que me apuntara: un reportaje en una revista, hastío de mi soltería, amigas que se habían apuntado... Al principio los ignoré, pero al poco sucumbí. Ces me ayudó a crear mi perfil y a escoger una foto. Cogimos una en la que salgo al lado de un cerdito en la sierra de Huelva, pero la han recortado y solo se ve mi cara, que además sale como achatada. Lo más fuerte es que en la primera búsqueda que hice va y me encuentro con dos amigos de Pe. Ces y yo flipamos y rápidamente los puse en mi lista negra. Espero ansiosa que una lectora experta me confirme que estar en la lista negra quiere decir que no me pueden ver, no lo tengo muy claro. No me gustaría ser la comidilla de ese grupo de amigos de pueblo que se alimentan de criticar y cotillear sobre el prójimo.
La cuestión es que he tenido mucho éxito. No paran de enviarme flechazos, que es para indicarte que a alguien le gustas. Pero analizándolo no es tan raro. Hay un montón de tíos apuntados que lanzan flechas a diestro y siniestro, a ver si alguna cuela. También me han enviado algunos mails, algunos de los cuales no he podido ni acabar de leer por vergüenza ajena. Aún no estoy muy metida en el mundo de Meetic, no tengo internet en casa y en el curro como que no. Tampoco no estoy muy emocionada con el tema porque no me va nada este rollo internáutico. Y mira que es super práctico porque te saltas un montón de pasos en el tema del ligoteo. Yo, por mi mentalidad práctica, debería ser fan, pero démosle tiempo al tiempo.
A parte de esto, todo bien. Llevo varios fines de semana saliendo hasta las tantas, sintiéndome al día siguiente vacía y en estado avanzado de Sunday Blues. Este fin de semana he cambiado de tercio y sólo pienso hacer actividades diurnas. ¡Feliz fin de semana!

viernes, 9 de noviembre de 2007

Granada

Ya hace unos días que estoy de vuelta de Granada, gran ciudad donde las haya y plagada de granadas (la fruta). La ponen en todas partes: pilones, fuentes, farolas... Son tan pesados como en Bonn con Beethoven.
AB y yo nos hemos alojado en casa de Karl, un amigo de nuestro Erasmus en Londres y subordinado mío de mi época Starbucks. Hacía mucho que no nos veíamos y me ha sorprendido su enorme evolución, sobre todo en lo que a temas domésticos se refiere. Para poner un ejemplo, cuando le conocí, no limpió la toalla en un año porque decía que cuando salía de la ducha ya estaba limpio y, por ende, la toalla nunca se ensuciaba. Tuvimos fuertes discusiones por ello e incluso le regalé una para su cumpleaños. Pues ahora tiene en su lavabo varias toallas limpias, suaves y mulliditas y encima niega lo acontecido en el pasado.
Nos lo hemos pasado muy bien y nos ha sabido a poco. No he ligado con ningún granadino, no me hicieron ni caso. Pero ni siquiera ligó la Reina de la Noche, que también andaba por allí. Un herpes labial de esos que quedan tan bien me ha acompañado todo el viaje, así que no me he sentido sola. El tapeo me ha encantado, aunque como en mi balanza gana el comer al beber, acumulaba bebida para poder comer más y más, mi deporte favorito.
La vuelta a Barcelona ha sido dura: me han subido la cuota de la hipoteca, trabajo el fin de semana y ya no me dan tapas gratis cuando pido una cerveza.
En la foto, Karl y yo en un agradable paseo por el Albaicín.