miércoles, 27 de junio de 2007

Aplatanada

Hace días que intento escribir un post pero no hay manera. Quería explicar el cumple de Rak y la desbocada noche de San Juan pero la inspiración no me acompaña. Ahora ya paso porque ya han pasado muchos días y porque, después de empezar tantas veces, ya le he pillado manía al tema. El aplatanamiento se ha apoderado de mí y el cerebro me funciona a ralentí.
Es difícil mantener un blog que ha estado siempre en el candelero y que se caracteriza por su alto nivel intelectual. Es curioso que en épocas de estrés máximo sacaba tiempo para escribir posts brillantes, que daban que hablar y que incluso se comentaban y debatían en tertulias de amigos. Ahora que tengo un montón de tiempo me dedico a perderlo.
En la oficina ya ha llegado el verano y hay muy poco trabajo. Quedamos cuatro gatos que esperamos ansiosos las vacaciones. Mis dos compañeras preferidas no están: una porque ya no trabaja con nosotros y la otra porque está de vacaciones. Esto se nota y mucho.
En casa AB y yo nos dedicamos a pasar de la mejor manera los pocos días que nos quedan antes de nuestras esperadísimas vacaciones en Menorca. A las dos nos vienen imágenes de nosotras tostándonos en la playa y bebiendo un cóctel. A mí me da mucho miedo esto de las imágenes que te vienen a la cabeza. Con Hel un verano nos venían imágenes de nosotras bailando y desfasando rodeadas de amigos y luego fue un verano aburrídisimo. Recuerdo un día que organizamos una fiesta en casa y no vino nadie.
El Largo está en Argentina visitando a su familia y amigos. El último contacto que tuve con él fue el domingo desde la terminal cuatro. Nos juramos amor eterno y decidimos tener muchos hijos... es broma. Pero el tema de los hijos me preocupa: con Pe me preocupaba que fueran demasiado tontos y con el Largo me preocupa que sufran gigantismo.
Esta noche vamos de cenita con Ivi, hombre hermoso donde los haya y mi futuro marido. Puede que duerma con él y esto me llena de gozo.

martes, 19 de junio de 2007

Back home

Ya he vuelto al Mediterráneo, al sol, a mi piso, a AB y a tantas cosas que me gustan. El viaje a Londres ha ido muy bien. El encuentro fue un desastre: la timidez y los nervios me vencieron y de mi boca sólo salieron dos frases inconexas mientras miraba al suelo. El Largo estaba tan pancho en su puesto de zumos y se comportó con mucha más naturalidad que yo... será la edad. Luego las pints me desinhibieron y por fin me quité el zapato de la boca.
El Largo y yo hemos hecho de novios por unos días: hemos paseado cogidos de la mano, nos hemos hecho cariñitos y nos hemos dicho cosas bonitas. Hemos dormido poco, comido bastante y follado mucho. Lo típico. Ahora cada uno con lo suyo. Él en Londres y yo en Barcelona. En julio vendrá y a partir de ahí ya se verá.
El día antes de irme recibí una llamada de ultratumba. Pe al otro lado con su típica voz de cordero degollado, diciéndome estupideces y contándome su desagradable post-operatorio. Cuando le dije que me iba a Londres a ver a un "amigo" se quedó hecho polvo. Que se joda.
En la foto, el lugar de encuentro. Así el post no parece tan corto...

miércoles, 6 de junio de 2007

London

A mediados de junio me voy a Londres a ver al Largo en un arrebato totalmente ilógico en un ser terrenal y racional como yo. Supongo que Londres tiene mucho que ver, si hubiera estado en Guadalajara, no me lo hubiera ni planteado.
La cuestión es que en dos semanas me voy a ver a un hombre del que conozco muy poco. Algunos de los datos de los que dispongo es que es fan de los horóscopos, le gusta el arte y los cócteles y practica yoga. Es caballeroso, amable y alto. Tiene una mancha de nacimiento en el cuello y huele a Armani Code.
Nos hemos visto tres noches. Me preocupa el hecho de que no nos hayamos visto de día. La luz del día no me sienta bien, resalta mis poros... Además me ha visto vestida para la ocasión y no me veo preparada para estar perfecta durante cuatro días seguidos. También me preocupa el hermoso morado que preside mi nalga izquierda consecuencia de una aparatosa y estúpida caída por las escaleras de mi piso el sábado. Seguro que cuando vaya tendrá el color amarillento típico de la última fase del morado.
La caída fue de película y me da mucha pena que nadie la viera, aún se estaría riendo. En urgencias me dieron un collarín y me dijeron que tomara ibuprofeno. Fue un palo, pero al menos me alegré la vista porque el hospital estaba lleno de tíos buenos.